DEL AMOR AL ODIO

Lo había odiado, me contó. No siempre lo había odiado, pero si todo el tiempo que supuestamente él había tenido que amarlo, cuando aquel tiempo había sido muchísimo más corto en comparación con lo que él realmente había amado en silencio durante años.

Lo había amado, creyendo que el tiempo lo cura todo e intentando no odiarlo hasta darse cuenta de su autoengaño. El tiempo no había logrado curar todo ese dolor sufrido en un pasado, y los buenos recuerdos no contrarrestaban los malos.


Musa de la Glíptica


La historia más sincera que he sentido... Concluirá en un futuro no muy lejano, hasta entonces solo me queda decir; Besitos de colores

DESEO DE LLUVIA

Hubiera deseado que lloviera aquel día, añoraba el olor del húmedo asfalto de aquellos viejos callejones. Los oscuros escaparates mostraban una escasa decoración un tanto lúgubre que alejaba al público cualquier idea de adentrarse en aquellos comercios.

Abrió el paraguas en seco y se paró frente a una pequeña boutique, Dentro estaba ella. La observó. Comprobó cada uno de sus gestos que delataban la espera de que algún cliente la mantuviera alejada de aquellos recuerdos tan recientes que debían rondar la cabeza a ambas.


Mordisqueaba su bolígrafo hasta desgastarlo. Adelantaba un paso con ánimo de realizar alguna acción y de nuevo se paraba en seco para seguir titubeando con el bolígrafo.


El Reloj. Creyó que su trabajo consistía en vigilar aquel enorme Reloj de bordes rojos, no fuera a ser que sus pequeñas manecillas lograran escapar de aquella barrera de cristal del mismo modo que ella deseaba escapar de la tienda.


Su atención al Reloj se vio interrumpida por el sonido de un paso de tacón junto a la puerta. Miró y no vio más que hojas caducas levitando a pocos centímetros del suelo. Tan solo tardó un segundo en reaccionar y andar hacia la puerta.


Se alejaba de aquel lugar a paso cada vez más lento debido a la carga de arrepentimiento que arrastraba con sus zapatos, a poco menos de diez metros escuchó el “tilín” de la campanilla de la boutique, y de aquella puerta abierta pareció surgir el aroma de sus cabellos.


Paró en seco y respiró hondo, quería recordar aquel olor al menos un par de horas antes de asegurarse que pasaría mucho tiempo antes de volver a respirar ese aire perfumado. Imaginó su cabello perfectamente recogido salvo su desastrado flequillo. Y de nuevo echó a andar por aquel imperfecto callejón negro.


Asomó la cabeza por la entrada de la boutique. El viento hizo batir un poco el flequillo sobre sus entristecidos ojos. Observó como una persona se alejaba adentrándose en lo más profundo de aquellas calles. Intentó intuir su figura a través de un enorme paraguas que cargaba sobre su hombro, más éste lo cubría tanto que ni a sabiendas de que era ella fue capaz de pronunciar su nombre.


Miró al cielo. No llovía, aunque hubiera deseado que lo hubiera hecho. Impulsó un último suspiro antes de recogerse con el “Tilín” de la entrada. Y apresurada, de nuevo dirigió su mirada hacia el Reloj no fuera a ser que algo hubiera cambiado. Sin pensar que un segundo más ya era todo un cambio.



Musa de la Glíptica

Distintas versiones en tercera persona. Les dejo de nuevo con Besitos de colores… ¡Hasta que la inspiración vuelva a mí!

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